Saturday, November 21, 2009

Calderón insta a una “revolución pacífica” en 2010

Debemos cambiar todo lo que haya que cambiar, con lo que ello implique, asevera.

México requiere cambios tan profundos como una revolución, pero de manera pacífica, cambiando lo que haya que cambiar, con todo lo que ello implique, afirmó el presidente Felipe Calderón.

Al conmemorar el 99 aniversario de la Revolución mexicana, el mandatario sostuvo que ante el desafío económico “se requieren cambios pacíficos, sí, pero cambios tan profundos que tengan la intensidad misma de una Revolución”, donde la pluralidad sea fortaleza y no obstáculo para alcanzar acuerdos.

“Necesitamos que 2010 sea el año de la historia de México donde hubo un punto de inflexión, un punto de cambio, un momento de transformación; 2010 como el año del cambio pacífico y a la vez un cambio profundo y sustancial” que logre vencer las resistencias que impiden el desarrollo del país, puntualizó.

Además, llamó a discutir sin mitos, prejuicios ni exclusiones la historia de México, que “no ha sido, afortunadamente, ni de ángeles ni demonios, sino de mujeres y hombres, como todos, con virtudes, defectos y grandes ideales”; una historia que “se construye no sólo a partir, o exclusivamente, de sus próceres, sino de su gente”.

El jefe del Ejecutivo aseguró que México cambiará cuando los mexicanos cambiemos, y lamentó que “no nos permitimos ser mejores” y hasta “parece que nos solazamos” en quedarnos como estamos.

Nuevo discurso. El Fisgón

Trascendió

Que parecería que en el gobierno también se están creyendo la cábala 1810-1910-2010, ¿o será que tienen información de que algo se gesta?

La duda se desprende luego de escuchar al presidente Calderón decir en la 99 conmemoración de la Revolución mexicana que hay que cambiar lo que haya que cambiar, pero pacíficamente.

Y al secretario de Gobernación, Fernando Gómez Mont, afirmar que es posible “erradicar los privilegios”, sin movimientos armados. Y al de Marina, Francisco Saynez, convocar a una “revolución social” sin violencia. ¡Uff!

Milenio


Monday, November 16, 2009

Calderón: la rechifla

Ricardo Alemán
Itinerario Político.


Sorprendió a muchos que el pasado miércoles 11 —durante la inauguración del nuevo estadio en Torreón, Coahuila—, la afición del equipo local de futbol respondiera con sonora rechifla a Felipe Calderón.

Los malquerientes del Presidente vieron satisfechos el repudio al mandatario, en tanto guardaron silencio todas las instancias azules; sean de gobierno, partidistas o legislativas. Pocos explicaron la razón de la rechifla al presidente Calderón, durante una “fiesta” del futbol como esa.

La respuesta parece elemental. La rechifla se dio porque los ciudadanos están hartos y desesperados. Y porque pareciera que en Los Pinos no se han dado cuenta que a tres años de gobierno, frente a una crisis económica como la que se vive en todo el mundo —cuyos efectos en México son demoledores—, y ante el desempleo galopante y las políticas fallidas de Calderón, los ciudadanos no pueden aplaudir ni al Presidente, ni al Congreso y menos a una clase política irresponsable.

En política —dicen los sabios de ese oficio—, “no hay sorpresas, sino sorprendidos”. Y la verdad es que a nadie debiera sorprender que el Presidente sea abucheado por una sociedad agraviada por el deficiente desempeño del gobierno de Calderón, engañada por los codiciosos partidos y burlada por los legisladores de utilería. En el fondo presenciamos una manifestación espontánea de la “opinión pública”; sociedad que entiende que el reproche —en este caso en sus vertientes de rechifla o abucheo—, es la única herramienta de sanción a su alcance.

Lo que vimos el pasado miércoles en Torreón, durante el abucheo a Calderón, no es otra cosa que el ejercicio pleno y espontáneo de una libertad fundamental de los ciudadanos —la libertad de expresión—, quienes en conjunto se erigieron en “opinión pública”. En realidad la rechifla y el abucheo —igual que la crítica—, son leyes fundamentales de la “opinión pública”. Esas leyes —que valen tanto como las leyes de los hombres o las leyes divinas—, son el aplauso o el repudio. Y en Torreón los ciudadanos repudiaron a un mal gobierno.

Por eso llama la atención que en el cuartel de los “genios” de imagen presidencial se insista en que se cometió un error, que se expuso al Presidente de manera innecesaria y que no se calculó el evento. Puede ser cierto el diagnóstico, pero también es cierto que buena parte de la sociedad mexicana llegó al límite o está por llegar al límite de la tolerancias ante la ineficacia.

Pero lo más importante es que la misma sociedad entendió que tiene en sus manos el poder de la “opinión pública”. Un poder que, por cierto, niegan tirios y troyanos, pero que a lo largo de la historia ha probado su eficacia. Al tiempo.