El coloso del gabinete de Felipe Calderón se colapsó. El secretario de Hacienda, Agustín Carstens, reconocido, respetado, sólido en sus posiciones, vio evaporado su prestigio al entrar en una espiral de declaraciones contradictorias por la pérdida de casi 10 mil millones de dólares de las reservas, y una devaluación del peso que en sus peores momentos llegó a tasarse en 14 por dólar, perdiendo la fuerza construida por meses. La compra masiva de dólares fue producto de que empresas que habían protegido sus posiciones financieras en el mercado cambiario, fueron acusadas por Carstens de realizar operaciones especulativas para beneficiarse, ocasionando así la caída del peso la semana pasada.
“Es un problema de orden especulativo y nos vamos a cerciorar de que todas las reglas se siguieron”, dijo. Por reglas se refería a la obligación de las empresas que cotizan en bolsa de informar a sus accionistas sobre las inversiones que mantienen en divisas o acciones en los mercados de derivados, que es un instrumento financiero donde las empresas comparten riesgos.
El lunes Carstens, identificó a una de las empresas, Comercial Mexicana como especuladora y coautora en la caída del peso. Las empresas comenzaron a reaccionar. Ni comprar dólares ni utilizar “derivados” es un delito. Pero Hacienda siguió sumando nombres como presuntos responsables de una ilegalidad, mencionando a Cemex, Gruma, Grupo San Luis y Vitro. Más tarde el gobernador del Banco de México declaró en entrevista en radio que no hubo un ataque especulativo contra el peso, contradiciendo por completo a Carstens, según advierte EL UNIVERSAL. Un día después, el jueves 24, la Secretaría de Hacienda reculó por completo al emitir un comunicado en el cual reiteró que las operaciones con instrumentos derivados no estaban prohibidas por la ley y no es esto lo que investigaba la CNBV.
¿Pues cómo va a acusar a los empresarios que financiaron la campaña y el fraude del 2006?
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