De la manera más absurda posible, el presidente Felipe Calderón se volvió rehén de sí mismo. Gracias a la laxitud de su boca se está acabando capital político cada día. Por qué tenía que sugerir en una conferencia de prensa en Costa Rica que podría haber ajustes en su gabinete para enfrentar las nuevas circunstancias en la segunda parte de su sexenio, es un misterio. Un político fogueado como él, acostumbrado al forcejeo, a las escaramuzas, a pelar en campo abierto, cometió ese error táctico al dejar puertas abiertas a la imaginación, con su acompañante de fobias indisoluble en estos casos y rencores, que logró, como una externalidad, paralizar su gobierno. Desde ese día, ante lo inminente de los relevos, una buena parte del gabinete dejó de funcionar.
En la Secretaría de Hacienda, la incertidumbre es como una epidemia. El titular Agustín Carstens y su equipo trabajan cotidianamente entre afinar y cabildear el presupuesto para el próximo año fiscal, y preguntan regularmente si sus días están contados. Carstens está molesto con el manejo presidencial de la política económica, con los mensajes tramposos que ha tenido que dar por órdenes superiores, y por el creciente maltrato del presidente Calderón. En Los Pinos dicen que los tiene decepcionados, por lo que buscaron su remplazo y comenzaron a filtrar que no hay mucho deseo por promoverlo como gobernador del Banco de México. Ninguna de las dos partes fue discreta, y a la especulación añadieron confrontación.
En Pemex, que sin ser una secretaría de Estado tiene mayor peso que muchas, la situación con el director Jesús Reyes Heroles no es muy distinta. Desde el principio de la administración los fundamentalistas de Calderón lo consideraban un priista y, por tanto, enemigo. Lo salvó su conocimiento técnico y su trabajo, pero la relación con la responsable del sector energético, la secretaria de Energía, Georgina Kessel, se ha deteriorado tanto que hoy en día prácticamente no se hablan. La idea de cambiarlo data del tiempo del cabildeo sobre la reforma de Pemex, cuando lo acusaron de cabildear con el PRI. Es cierto. De no haberlo hecho, no habría reforma. Pero en las dos últimas semanas Calderón lo ha humillado. Por razones de seguridad nacional, una investigación de dos años que realizó Pemex sobre la ordeña y contrabando de crudo, fue operada por el Ejército, pero la manera como se presentó a la opinión pública fue como si en la empresa no hubieran sabido nada del problema o, peor aún, fueran cómplices en la red de corrupción. En Brasil propuso Calderón una alianza con Petrobras, pero el director de Pemex no fue invitado al viaje. Los golpes a Reyes Heroles ya tuvieron consecuencias. En Pemex han dejado de atender sus instrucciones. Calderón lo tiene herido de muerte.
La PGR es otra dependencia donde se ha jugado con el procurador Eduardo Medina Mora. Hay molestia con él desde octubre del año pasado por haberle escondido al Presidente la corrupción que había en la SIEDO, que lo obligó a fabricar en 25 días la llamada “Operación Limpieza”. Luego congelaron a sus asesores, porque en menoscabo de la ley generaron confusión en la opinión pública con la manipulación de averiguaciones previas para ocultar la vinculación con el narcotráfico de la oficina encargada de combatirlos. Desde principios del gobierno, en el círculo íntimo de Calderón lo llamaba “traidor” porque durante la contienda por la candidatura presidencial había jugado con Santiago Creel, y ya entrado el sexenio, por apostar más por el gobernador del estado de México, Enrique Peña Nieto, que por un panista. Pero en lugar de relevarlo, como a Carstens y Reyes Heroles, también lo han humillado. Este miércoles, por ejemplo, había cancelado su participación para inaugurar una reunión de procuradores en Cancún y en su lugar iría el secretario de Gobernación. Pero horas después hubo órdenes contrarias. ¿Qué pueden tratar con él los procuradores a mediano y largo plazo? Medina Mora ocupa el cargo pero ya no manda; vive con respirador artificial.
Estos tres casos se contraponen con otros dos, el de los secretarios de Economía, Gerardo Ruiz Mateos, y de Agricultura, Alberto Cárdenas. Del segundo no se habla nada. Del primero se habla todo y mal, pero siempre con la acotación de que él no caerá porque pertenece al círculo íntimo de Los Pinos. En ambos casos, de acuerdo con funcionarios de primer nivel, no existe interlocución alguna con los sectores con quienes deberían de tener una comunicación fluida. Cárdenas ha chocado hace meses con el secretario de Desarrollo Social, Ernesto Cordero, quien está en el mayor ánimo presidencial, y se ha enfrentado con los empresarios del campo. Ruiz Mateos está lleno de anécdotas sobre incompetencia, frivolidad e ignorancia. Varias veces le han llamado la atención en Los Pinos por su cretinismo e impertinencia, las mismas que ha vuelto a incurrir en lo mismo. A ellos no los humilla el Presidente, lo que no impide que sean un lastre que cada día pesa más.
En este mismo espacio se apuntó el pasado 3 de agosto que cuál sería el beneficio de un cambio, si este sólo fuera de individuos y no de programas. Hoy, ante el deterioro del entorno sociopolítico, ese argumento tiene que ser revisado. Con sus acciones, señales rencorosas y omisiones, Calderón ha convertido la idea de un ajuste de su gabinete en una necesidad. Es inevitable que los haga porque él mismo dinamitó los puentes para reconstruir un gobierno con el mismo equipo, y selló las salidas por su exabrupto en Costa Rica. En estos 24 días, Calderón se asfixió a sí mismo y necesita urgentemente la oxigenación. Tiene que abrirse la tráquea y dejar que el aire limpio entre, porque lo que tiene apesta, incomoda, inmoviliza y, sobretodo, se lo está carcomiendo desde adentro.
rrivapalacio@ejecentral.com.mx
1 comment:
jajajajajaja
que bueno que volvieron actualizar, este blog, pero... que paso con nosllevaeldiablo.com?
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