Sunday, August 26, 2012

Es Calderón, estúpidos...


A muchos sorprendió la declaración del presidente Felipe Calderón tras la contundente derrota del Partido Acción Nacional en los comicios del 1 de julio. “Hay que reconstruirlo desde los cimientos hasta la cúpula, piedra por piedra”, dijo a Milenio Televisión. Pero no sorprendió el diagnóstico: los mexicanos sabemos en qué se volvió el PAN en estos años. Tampoco sorprendió que él lo dijera: Calderón y su esposa, Margarita Zavala, han dirigido al partido desde 2006. Lo sorprendente es la desfachatez.

Es como si la mamá de un niño malcriado le dijera a su vecina: “Es que este niño es un maleducado”. Es como si GEA-ISA o Consulta Mitofsky dijeran: “Ay, esas encuestadoras, tan vendidas”.

“Hay que reconstruirlo desde los cimientos hasta la cúpula”, dijo Calderón apenas unas horas después de haberle impuesto al partido aceptar la derrota en las elecciones presidenciales, sólo para dejar a Andrés Manuel López Obrador con sus protestas; sólo para tratar de evidenciarlo como un antidemócrata, un mal perdedor, un chillón, aunque a niveles distrital, municipal, estatal e incluso nacional el PAN esté buscando impugnar el proceso porque, oiga, por más que Calderón no quiera aceptarlo, Enrique Peña Nieto compró la elección en efectivo.

Pues, ¿saben qué, estimados panistas honestos que todavía creen en su partido? Su problema tiene nombre: Felipe Calderón. La debacle del 2012 era previsible porque él tiene prioridades muy menores: los amigos, la familia, los incondicionales, los callados que obedecen órdenes, los que no piensan y no protestan sino que aceptan su sino. Esos son los que rodean, en su mayoría, a Calderón: amigos, sumisos, incondicionales.

Un hombre limitado puede llegar a dirigir una nación. Pongo dos ejemplos contemporáneos: George Bush y Vicente Fox. Los hombres que los rodean y las instituciones que los acompañan compensan las limitaciones personales. Pero si un hombre limitado es además terco y pretende, como lo hizo Calderón, gobernar con amigos e incondicionales, sucede lo que ha sucedido hoy: la debacle.

Fue Felipe Calderón el que hizo funcionarios de primer nivel del PAN a dos incondicionales que son una bofetada para la mayoría de los ciudadanos: Juan Molinar Horcasitas y Cecilia Romero; el primero acusado por la muerte de 49 bebés en la Guardería ABC de Hermosillo, Sonora; y la segunda fue ex titular del Instituto Nacional de Migración (INM) en uno de los periodos más tristemente célebres: recuérdese la matanza de San Fernando, para mayor referencia, y sus respuestas ante la tragedia.

Fue Felipe Calderón el que dio larga vida a Elba Esther Gordillo (y a otros líderes sindicales corruptos) y le permitió transitar sin dificultad hasta un siguiente sexenio, en el que ha comprado, otra vez, impunidad. Le sirvió desde 2006 y desde entonces, operó para el PAN casi en todas las siguientes elecciones a pesar de que la señora no le dio nada al partido sino descrédito. Le sirvió incluso antes del proceso electoral del 2012: recordemos que con ella, la hermana del Presidente, Luisa María Calderón, quiso hacerse de Michoacán.

Fue Felipe Calderón el que inicio una guerra que no tuvo el resultado previsto sino todo lo contrario: causó la muerte de más de 60 mil mexicanos, la desaparición de otros miles más y la mayor migración de ciudadanos desde la Revolución de 1910 a causa de la violencia.

Fue Felipe Calderón el que no ganó una sola elección (la debacle de 2012 es la misma que la de 2009), y la única en la que obtuvo el triunfo, la del 2006 (“haiga sido como haiga sido”) lo exhibe como un antidemócrata.

Fue Felipe Calderón el que convirtió en la voz del PAN a un golpeador repugnante como Javier Lozano; el que entregó a sus amigos de pachanga la imagen del país y del mismo partido; fue Calderón el que ordenó expulsar a las voces disidentes (en un partido fundado por el pensamiento disidente) y fue Calderón el que lo puso, en 2012, en manos de ineptos pero muy compadres.

¿Ahora llama a refundar al partido, piedra sobre piedra?

Uno no es nadie para dar consejos, pero si realmente el PAN piensa refundarse, debe primero analizar si conviene hacerlo antes del 1 de diciembre. Ya lo dije: el mal del PAN es Calderón. El panismo honesto debe esperar a que se vaya y luego recomenzar: retomar los ideales del “Maquío” Clouthier, de Manuel Gómez Morín y de tantos demócratas mexicanos más que han estado en sus filas.

Calderón no aceptará que es por él que el PAN ha llegado a este atolladero. Tampoco sacará las manos en la “refundación” (en una de esas se le antoja dejar de presidente nacional a alguno de sus parientes o a su perro rabioso: Javier Lozano; no lo descarte). El panismo honesto debe esperar, por su bien, unos meses más; debe hacer tiempo.

Y el 2 de diciembre, cuando el ex Presidente esté en el extranjero, ahora sí limpiar la casa y empezar de nuevo.

Porque después de Calderón, sólo queda volver a nacer...


Alejandro Paez Varela

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