Friday, September 21, 2007

Reclaman a Calderón poca ayuda

Sergio Javier Jiménez
El Gráfico


Todo fue preparado con antelación. Antes de la llegada del presidente Felipe Calderón a esta comunidad cercana al río Pánuco, el gobernador Fidel Herrera fue a “preparar” el terreno con dos horas de anticipación; para ello repartió cientos de despensas en bolsas rojas a las cuales les habían quitado su embalaje original, el de Sedesol.

Sin embargo, la gente, pasadas las elecciones locales del 2 de septiembre, ahora sí reclamó. Varias mujeres ubicadas detrás de las vallas arrojaron al suelo la bolsa de harina, el medio litro de aceite y el arroz, frijol y lentejas que les fueron dados con la condición de traer una playera o blusa roja. Hasta los niños así lo hicieron.

El pavimento del lado contrario al que llegó Calderón en este bodegón habilitado como albergue, quedó polvoroso, blanco.

Una niña le pidió a Calderón la entrega personalizada del apoyo y él le respondió: “Pa’que no se lo vuelen por ahí, ¿verdad?, luego los reparten ahí quién sabe con qué... bueno”, se detuvo antes de concluir la frase, “lo voy a arreglar para que lo reparta el Ejército”.

Aunque quisieron expresar su molestia con el gobierno local, les ganó la emoción: hubo gritos y porras al Ejecutivo, quien repartió besos y abrazos. A su paso, las despensas en bolsas rojas fueron colocadas en el suelo para poder extenderle la mano. Adentro del albergue, lejos de la vista de Calderón, cientos de despensas permanecían apiladas.

Calderón recorrió Moralillo y Pueblo Viejo, primero a pie, después a bordo de vehículos de la Marina, las calles anegadas que cubrieron decenas de casas y chozas.

Acostumbrados a estar entre el agua

Las inundaciones en esta zona, según habitantes, ya no son noticia, menos cosa de alarma. Están acostumbrados al agua, vivir de ella, comer de ella o ser invadidos por ella.

Según Laura Gurza, de Protección Civil, hay familias que cada año llegan al mismo albergue cuando el río Tamesí o el Pánuco se desbordan. Los torrenciales aguaceros ya no los asustan, dice.

Perros deambulan en busca de algo qué comer en medio del agua. Los patos nadan a media calle y las bicicletas y los burros han sido sustituidos por pangas.

“¡Que nos ayuden, Presidente... Hace 20 días que vino el agua!”, gritaba una mujer que levantaba la pancarta de la protesta: “No nos ayudan si no nos ponemos camisa roja”, mientras Fidel Herrera ponía la cara dura.

Las mismas triquiñuelas de siempre, y la gente pidiendo que le arregle el problema Papá Gobierno...


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